MEMORIAS DE UBIÑA
Evocar Ubiña.....un ejercicio. Rastrear en la memoria, donde, los años tejen las emociones y los recuerdos, y...como en la infancia, la luz multiplica su brillo y el sol su calidez.
Éramos unos críos, allá, a mediados de los setenta, cuando nos cobijábamos a la sombra de la sociedad ¨Les Madreñes¨.Tenía la sede en la calle Ruiz Gómez de Gijón, justo, frente a ¨Casa Paco¨, taberna que muchos gijoneses y asturianos de otras localidades recordaran. Allí sectores de la progresía de la época, regaban con mistela sus encendidas tertulias y se vivía el período de la transición con una pasión hoy casi inconcebible.Pues bien, en aquel ambiente, unos amigos fuimos contagiados del virus de la escalada. Por aquellos días, el material de montaña era escaso y muy caro y nosotros no teníamos un duro; por esa razón era inevitable hacerse socio de algún club que dispusiera al menos de, cuerdas, arneses, mosquetones y clavos. Como siempre en la vida, el hombre está por encima de la herramienta y nos encontramos con unas personas excepcionales: Vicente Simón, Luís, Miguel, Manolo.....Con aquellos y gracias a ellos comenzamos a practicar escaladas en La Ñora y Quirós. En pocos meses evolucionamos lo que por nuestra cuenta nos hubiera llevado años y alguna desgracia, casi con seguridad. Y es justo en este punto, en el que cualquier futuro alpinista "pasa el corte", cuando uno se plantea ser "primero de cuerda", el momento en el que el Macizo de Ubiña entró en nuestras vidas para quedarse. En aquellos días, ir a Picos de Europa era para nosotros una expedición. En cambio, sin apenas dificultad, podíamos coger el tren hasta Campomanes y desde allí subir a Tuiza, ya fuera caminando, a dedo, o si la economía lo permitía alguna vez, cogiendo un taxi a escote. Recuerdo un chofer que nos permitía subir a cinco con mochilas en su Mercedes.
Una vez en Tuiza, ascendíamos a la Vega del Meicín y de allí a la gran cueva situada bajo el Portillín Oriental, donde establecíamos magníficos vivaques. Hasta ese abrigo porteábamos leña y agua en abundancia, lo que nos permitía incluso mantenerlo avituallado de un fin de semana para otro. Del vivac y con las primeras luces, salíamos con esa emoción de las primeras escaladas, mezcla de ilusión y miedo a los pasos reseñados en los croquis, repasados una y mil veces sobre el papel y que más tarde, en la realidad, nunca coincidían con lo que uno se había imaginado. De esta manera, fuimos escalando una tras otra las clásicas, hoy venerables, rutas del macizo, armados con aquellas pesadas botas duras y los aún más consistentes viejos mosquetones y clavos."La Mieres" con su duro paso de entrada y la "S.Claudio", con su magnifica travesía o el elegantísimo largo de la variante directa que aún hoy conserva la graduación de V superior, la chimenea de "Los Gijoneses", todas ellas vías de acceso al torreón, al tercer Castillín. La bellísima integral "Ubiña Fontán" que recorre la espina dorsal del macizo, "Puerta de Arco"...
..."Castillines", "El Siete" y "Las Agujas Rojas" el " Crestón del Pasu Malu"y los "Fontanes".
La arista de "Los Portillines", donde aprendimos a maniobrar en terreno suelto y peligroso.
"El Gran Diedro de la Mesa"y "El Espolón Tabuyo","La Natahoyo" y "El Pájaro Loco", abiertas respectivamente por los "Madreñeros Vicente Simón, Luis Dopico- y Luís Rubio y Miguel Rodríguez. Allí conocimos los rigores de la montaña invernal y las técnicas de nieve y hielo y a las magnificas gentes de Lena, un recuerdo entrañable para Isabel y Julia de Tuiza, que siempre nos trataron tal que fuéramos de su familia. Conocimos también el lado oscuro y triste de la montaña, cuando algún compañero se quedó para siempre en sus heladas laderas, aprendimos a vivir. Ubiña la Grande, "La Becerra", nombrada así por los pescadores de Cudillero. La marinería "pixueta" utilizaba su perfil como referente costero para la navegación.
Esta mole caliza preside con su empuje y su volumen la Cordillera Cantábrica, alberga en sus laderas magníficos pastos, remata los valles de Lena y da paso por el sur, a la melancolía de la Babia.
...Por levante, rematan el horizonte los Picos de Europa y Somiedo cierra la caída del sol de los límpidos setiembres.
Ubiña, el macizo que bautizas con tu nombre, es referente del montañismo asturiano, leonés y gallego, amado por José Ramón Lueje, descrito con pasión por Juan Delgado, generaciones que han sido que son y que serán, pasearan por tus senderos, escalarán tus paredes, remontarán tus horcadas y corredores, sentirán la emoción de tus auroras, la paz de tus ocasos, el fragor de tus tormentas y percibirán en el alma la esencia de nuestra tierra.
.............Alfredo Íñiguez ..........2005
Etiquetas: Alpinismo, Historia., Literatura
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio