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miércoles, abril 01, 2009

CUERDAS Y ALIANZAS

................................ Acuarela......PEPE GARCÍA






...................................TERRAY y MAGNONE en el "FITZ". Comentaba LIONEL de GUIDO:

"Es digno de un Lachenal de los grandes días..."





La señal telegráfica percibida a través de la cuerda, muda en frívola cualquier comunicación verbal. Hace un rato que no ves al compañero, ha desaparecido tras un desplome pero sabes que está montando la reunión. Eso es fácil, no tiene cuerda, de pronto, recoge medio metro. Ya se ancló. Suena la voz del colega ¡Suelta! Está preparando tu aseguramiento y medio minuto más tarde, en tu cabeza, ya lo ves con el cigarrillo en la boca y comienzas a retirar tu anclaje ¡Sube! Correcto, en tiempo y forma.


No conoces el largo, en cambio, tienes meridianamente claro lo que te vas a encontrar. Lo has deducido de la velocidad con que las maromas corrían entre tus dedos minutos atrás, de la media docena de instantes en que no se deslizaban, y del silencio absoluto de tu camarada a lo largo de toda la maniobra. Un largo fuerte. Fijo. No te has equivocado, como segundo, le das caña, llegas resoplando a la reunión. Levantas la cabeza y ves a un tipo que te mira masticando media sonrisa de filibustero. Buf, vaya tirada que me está esperando.

Las cordadas, las de dos, son como los matrimonios, por eso hay escaladores que eligen la soltería. De los picaflores, hablaremos otro día. Uno, que se ha trabajado a pulso la argenta del conyugio, lo tiene claro, habría que escuchar a la matronal.

Alguien dirá que exagero, no quiero cargar las tintas pero he visto lo mismo en las paredes que en las cafeterías. Broncas inhumanas y verdaderos actos de amor, algún crápula estará pensando mal, o bien, según se mire.




El rendimiento de una cordada se basa al ciento por ciento en la compenetración. La evolución y el avance en la dificultad probablemente exija que, indistintamente a lo largo del tiempo, uno de los dos escaladores esté por encima del compañero en el rendimiento, aunque a los equipos veteranos les suele dar lo mismo, en general, sólo quieren divertirse.

Es curioso, como las grandes cordadas se complementan. Hablo del físico y del carácter. Estoy seguro de que más de uno ya tenéis en la cabeza las imágenes o los textos de Rabadá y Navarro. Landa y Udaondo. Jordi y Anglada. Boardman y Tasker. Messner y Habeler. Lachenal y Terray… Y es aún más sorprendente que, salvo los desaparecidos en combate, se suele romper la sociedad tras unos años de actividad.



El crápula estará pensando: Claro Fredo, el fin natural del matrimonio es el divorcio. Quizás tenga algo de razón el libertino. Un buen amigo me preguntó una vez, no vamos a citar nombres ¿Cómo te llevas tan bien con este tío? Pues mira, nunca me encordé con él.

Desde un análisis sosegado, probablemente y dejando a un lado los problemas estrictamente personales, la ruptura de un equipo viene dada tras la consecución de un objetivo excepcional. Cuando esto ocurre, tanto los alpinistas amateurs como los profesionales, se plantean otro casi inmediatamente, en muchas ocasiones no coinciden los proyectos y, aparece un cruce de caminos.

El summum de la eficacia, la cordada que rayó la perfección a lo largo de la historia del alpinismo puede ser que hayan sido “Las Locomotoras de los Alpes” Louis Lachenal y Lionel Terray.

Ya crapulilla…Ya lo digo yo: se conocieron en una cafetería.

En 1945 disfrutaba Terray de un permiso, paseaba por Annecy mientras esperaba al ferrocarril…Pero…que lo cuente él:

“…un joven pobremente vestido, que con una mano empujaba una vieja bicicleta y que llevaba una lechera en la otra se me acercó y, sin ninguna discreción me preguntó:


-¿No es usted Lionel Terray?


"Su cara pálida y delgada, en la que brillaban dos ojos muy vivos, me era desconocida. Además, su mal aspecto me hizo pensar por un momento que se trataba de un parado…”

Amor a primera vista ¿O me vais a decir que no?


“…le invité a tomar una cerveza en un bar que estaba cerca de la estación. Lachenal era más bien hablador, de un temperamento vivo y curioso y su conversación era rápida y cargada de un gran sentido del humor…Yo alabé la vida apasionante que llevábamos en el frente de los Alpes, pero él, con un ligero acento de la Suiza francesa y usando un rarísimo vocabulario…expresó con gran vehemencia que le horrorizaba la guerra y el ejército…”

¡Os imagináis el careto de Terray!

Lachenal, que en los ratos libres aprendía de un amigo el oficio de zapatero, saca una vieja zapatilla de tenis reforzada con cuero para escalar y le espeta a Terray que en ese momento debía de estar fascinado con el personaje que tenía frente a su cerveza:

“-¿Podrías encontrarle una compañera?”

“…Tras ese primer contacto, Lachenal no me sedujo nada…”

Mentira Lionel. Ya estabas en el bote.

Lo demás, ya lo sabéis. Ese par de dos, arrasaron durante más de una década allí por dónde aparecieron, pulverizando horarios y revolucionando la alta dificultad de la época. Muy triste, fue la desaparición de ambos en dos accidentes.

En fin, la condición humana. Hay que cuidar al compañero como a la esposa, y viceversa. El crápula está pensando en las cordadas mixtas... y en los tríos...


Arenas movedizas, entrar en ese pantano es para matricula de honor. Otro día.














...........................Alfredo Íñiguez...2009

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