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martes, enero 05, 2010

REQUIEM






“El que venga después de él no seguirá, deberá empezar de nuevo puesto que este precursor ha terminado su obra donde están los limites del arte”


La frase anterior fue redactada por el dramaturgo Franz Grillparzer, recitada por el actor Heinrich Anschütz, ante veinte mil almas, frente al cementerio de Währing, y es una lágrima de la oración fúnebre de Beethoven. Entre la multitud, portando el cajón, se encontraba un joven Schubert, apenas sobreviviría un año al Genio, y si nos dejáramos arrebatar por el romanticismo ¡Qué maravilla! Pensar que la elección del Réquiem de Mozart para la misa del funeral hubiera sido del vienés. Aquel 29 de marzo de 1827, los acordes sublimes, de la última e inacabada obra de Amadeus, transmutaron las piedras de la iglesia de la Santa Trinidad: los capiteles, fueron fuentes cristalinas; las columnas, cascadas alpinas; las bóvedas, firmamentos… universos, más allá de la Puerta de Thannhäuser, dónde duermen los genios.

Una vez, me equivoqué más de lo que acostumbro, dije: “Si al ser humano le estuviera vetado volar, aún le quedarían las crestas de montaña” Mentira. Me olvidé de la música.

Por eso, este mediodía, al recibir en mi domicilio la programación del Teatro Jovellanos de mi Gijón, observé con alegría que anuncia para el 29 del mes que ya vuela, otro Réquiem magnífico: él de Verdi .
Y la alegría muta en indignación al ver los precios, y los digo en pesetas, que jode más por nítido: 10.000 para butaca. 8.319 rubias, sentar el culo en el entresuelo, y algo que sobrepasa la indecencia en su ruindad intrínseca, por la módica cifra de 3.328 chapas, los nuevos ricos, los miembros y miembras de nuestra avanzada sociedad de vividores y enchufados, permiten a la plebe acceder al “gallinero”

Toda esta pandilla de apandadores tienen nombre y apellidos, los que tienen edad y manejan el cotarro forjaron su oficio y artimañas en la extrema izquierda, basculando sin rubor, no a la derecha, sino a la “saca” Por lo menos, podrían recordar de su juventud, que en su tan mentada- cuando convenía- Unión Soviética, el pueblo accedía libre y gratuitamente desde el Teatro Bolshói a la Ópera de Kiev.


Como reza la Sequentia (I y IV) del tercer movimiento del de Mozart: Dies iræ, Confutatis maledictis.

..........................Alfredo Íñiguez 2010